Los síntomas depresivos son una reacción común al diagnóstico, pronóstico o proceso de adaptarse a las secuelas o dificultades generadas por el tumor. Ante todo, es importante tener presente que es normal sentirse abrumado, angustiado o ansioso al vivir una situación así. No obstante, cuando estos síntomas o molestias persisten e interfieren en las actividades de la vida diaria, es importante consultar a un especialista (psiquiatra y/o neuropsicólogo clínico). Existen una serie síntomas que podrían sugerir que la persona está cursando un cuadro depresivo:
- Irritabilidad o mal humor durante la mayor parte del día y durante más de dos semanas.
- Sentirse apático o muy emocional.
- Fatiga, falta de energía o cansancio.
- Cambios de peso y apetito.
- Alteraciones en el ciclo sueño vigilia.
- Perder el interés por actividades que antes disfrutaba.
- Pensamientos negativos constantes.
- Dificultad para concentrarse o tomar decisiones.
- Pensamientos sobre no querer vivir más.
¿Qué puedo hacer para afrontar el ánimo bajo o a una depresión leve? Lo más importante es acudir a un especialista (psiquiatra o neuropsicólogo clínico) que ofrezca una evaluación y tratamiento adecuado. También hay estrategias de autoayuda que pueden ser útiles:
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Unirse a una red de apoyo virtual o presencial.
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Realizar actividades que le gusten al inicio del día.
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Planificar momentos de descanso que sean cortos pero eficientes para mantener un nivel de energía óptimo.
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Mantenerse activo dentro de lo posible.
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Organizar actividades y priorizarlas.
Es importante recalcar que tener depresión no es motivo para avergonzarse o un signo de debilidad. De hecho, si se aborda adecuadamente, puede ser tratada. Si quiere saber más, puede revisar la sección de Ansiedad y Depresión.
La depresión y el bajo ánimo no solo pueden afectar a personas que tienen o han tenido un tumor cerebral, sino que también a sus familiares y red de apoyo (principalmente cuidadores). Esto se debe principalmente al desgaste de las labores de cuidado y falta de tiempo para actividades propias. Es importante prestar atención a la salud mental de cuidadores y familiares, ya que esto tiene un impacto en el bienestar de la persona que ha sufrido un tumor. En algunos casos es recomendable consultar con un especialista y tener a alguien con quien conversar respecto a los cambios vitales que han significado cuidar a alguien con un tumor. También puede ser útil conocer a otras personas que estén viviendo circunstancias parecidas, de forma de construir una red de apoyo.