La fatiga se refiere a la recurrente sensación de sentirse agotado, débil, desgastado o enlentecido. El nivel de fatiga puede variar. Para algunas personas es una dificultad leve, mientras que para otros es uno de los efectos secundarios más disruptivos en la vida diaria. La fatiga es poco reconocida en personas con tumores no cancerosos en el cerebro, o de bajo grado.
El desarrollo, crecimiento y progresión del tumor, en conjunto con la respuesta del cuerpo a este, involucra la destrucción de células tumorales y la reparación de tejido. Esto requiere de mucha energía, por lo que el cuerpo está constantemente trabajando y usando energía. La fatiga también puede ser consecuencia de la cirugía, la radioterapia o el uso de algunos medicamentos (esteroides y antiepilépticos). Los problemas cognitivos (atención, resolución de problemas) son comunes luego de un tumor, pudiendo enlentecer el procesamiento de información y generar fatiga mental. A su vez, la misma fatiga puede producir dificultades cognitivas, creando muchas veces círculos viciosos. La fatiga suele disminuir durante el primer año e inicio de tratamiento, no obstante, en ocasiones esta puede prolongarse por más tiempo.
La fatiga es un problema recurrente en muchas personas que sufren patologías neurológicas, por lo que se han desarrollado estrategias para disminuir su impacto en la vida diaria. El principal objetivo de estas estrategias es monitorear y gestionar de la mejor forma posible la energía existente. Para tener más información sobre qué es la fatiga y cómo se puede abordar visita la sección Fatiga Crónica.